jeudi 19 août 2010

TAN SOLO, SIMPLEMENTE...


Tan sólo, simplemente,
Soy un pobre argonauta solitario.
A bordo de un PC, bajel ligero,
Surco obstinado el rastro adivinado
De un lucero esplendente que cayó del cielo !
¡ Si por ventura fue presa de las mallas
De la Red ubicua y varia !
Yo, por esa estrella esquiva
Aun en el ocaso de mi vida
Me angustio, peno,
Espero y desespero.

Frente al ordenador
Escribo y pienso :
Busco a través del Internet inmenso
A un alma que me escriba
Mientras sigo buscando a la deriva
Noche tras noche, con porfía,
A esa alma dulcísima que entreví algún día.

En pos de ese espejismo
Sigo la vana búsqueda,
Esa infructuosa espera
Pues no sé si mi estrella se ha extinguido
Y si persigo en vano una quimera.

AI azar del encuentro con otros vagabundos,
En una pausa breve
En el seno del éter vacuo y leve,
Exploro aquellos mundos
Tras la gracia suprema de un aliento,
Que alguien quizá me dé, ligero como el viento.
¡ A veces he tenido
Como un bendito olvido
Algún calor humano,
Alguien que agitando amical la mano,
Diome un mendrugo virtual bien compartido !

Y sigo así mi ansioso divagar
Noche tras noche, mi brumoso sino
Absurdo y peregrino
Que consiste en errar y fallar, nunca encontrar,
En pos de aquella estrella amada
Que crucé una vez en mi camino
Por el azar cruento del destino,
Que vislumbré un segundo,
Y se perdió en la nada.
Su destello acaso se ha extinguido.
Como un astro lejano cuya luz nos llega,
En la celeste esfera
Del negro firmamento
Y que quizás duró lo que un memento :
Como loca esperanza
Que en insensato intento
Sigue su curso en débil llamarada
Que brilla todavía,
En dulce memoria
Como el primer día.
No lo sé, y espero
Que aún esté con vida,
Pues es razón de ser
Para mi terco y obstinado empeño :
Me niego a aceptar que fui vencido,
Que todo está perdido,
Y sigo mi rodar, mi triste ensueño.
¿ La encontraré algún día ?
Con lancinante angustia aún espero,
Persisto y creo como quien confía
Aunque bien sé que es cruel manía
Imaginar que sea verdadero
Ese inasible sueño que venero.

Mis dedos recorren el teclado
En busca de mágicos acordes :
¡ Que arranquen sin esfuerzo
Los arpegios de letras, los acentos,
Los signos, pausas y emociones !
Que a despecho de mortal zozobra
Como un hechizo, textos depurados,
Surjan de esta obra
Amables y atentos, calmos e inspirados
Que den a los demás solaz y agrado
Que ni yo mismo alcanzo,
Por que mi mísero afán no sea vano,
Ni esa paz y confianza
Y que aún no he hallado.
¡ Y que siempre lo fecunde la esperanza !

i Son ya las dos,
Las cuatro,
Ya es el alba !
Apago el ordenador.
Ya es la mañana,
Voy a tientas a encontrar el lecho.
El cansancio vence la zozobra,
Y cesa el vano empeño :
En el inmenso piélago del sueño
Voy a sumirme en breve acabamiento.
En el No-ser ansiado
Que tanto he deseado,
Hasta que un día,
De un tijeretazo,
Siegue la Parca el hilo de mi vida.

El futuro de ayer, se hizo mañana.
El día barrió la madrugada,
Comienza la labor
Y el trabajo hace suya la jornada.
Es éste el ínfimo presente
Que el destino avaro nos consiente,
En que la realidad bulle y se siente
Y es dable pensar en mejorarla :
Con fe en nosotros mismos realzarla,
Volverla generosa, límpida, fraterna,
Idealizarla.

Los sueños de la noche no son nada,
Mas nos guían por la senda umbría,
Y funden nuestro cuerpo con el ánima.
Tal vez los nuestros logren ver un día
Realidad y fantasía reunidas
Sin artificio ni falsía
Como trama y urdimbre
O como ambas fases de la vida.
Harán de ellas una sola rosa,
De materia preciosa,
Una alhaja tan fina y tan suntuosa
Que su arte será vida,
Y la vida, por siempre :
¡ Exaltante y sublime sinfonía !

II

Así alentado,
Sacando fuerzas de flaqueza
—Y no muy convencido —
Sin darme por vencido
Avanzo por mi senda
Sumido en las tinieblas,
Asido a la esperanza
De que tal vez mi hado
Por fin apaciguado
En divina bonanza
Dejará en mi camino por sorpresa
De tanta incertidumbre, una certeza :
Un abalorio, sí,
Una cereza,
Un nimio signo,
Prodigio por menor no menos digno,
Que haga posible confiar en tal empresa.

III

Vivir a la deriva,
Bogando entre dos aguas,
Sin divisar la orilla
Ni sospechar siquiera
cuál sea la causa que motiva
Tanto agravio y penas gratuitas,
Es ésa por cierto nuestra vida
Con sus cuitas injustas, fortuitas.
¡ Nuestra existencia vana !
Luchar por todo y nada,
Esperar, esperar, siempre esperar,
Acunar ilusiones,
Soñar, errar, y fracasar.
Creer en la Justicia del Imperio Celeste
Y en la clemencia entera del Gran Preste,
Persuadirnos que todo es culpa nuestra,
Que merecemos el desdén divino
De Aquél que de un simple gesto de su diestra
De haberlo así querido
Nos hubiera del yerro redimido ;
Y que en nuestro camino
Nos dejó por herencia
— Irrisoria leyenda —
Al Hombre-Providencia
Que pensó ya en nosotros.
¡ Con su profunda ciencia
E insondable conciencia,
Que del puerto seguro
Nos hizo conocer el buen augurio,
Por que boguemos a un ópimo futuro… !
Y así, como los niños,
Estaremos contentos
De oír tan bellos cuentos,
A la hora postrera
De entregarnos al sueño
Y así volvernos tierra.

IV

Si hubiera que escoger
Entre durar soñando,
Rezando y esperando,
Llorando y gimoteando...
O vivir descreídos,
Confiando en los demás
Y haciendo lo debido,
No por ganar el Cielo
Sino por bien nacidos,
Y terminar conscientes,
Mirando cara a cara
Al Ángel de la muerte.
Y saber que la vida
Era de por sí fútil
Pero que bien valía
Mudarla en algo útil…
Pues de todas maneras
Estaba ya perdida ;
Perdonad que prefiera
Con mucho lo segundo
Que es más a mi medida
Que el pavor tremebundo
Que algunos vaticinan.

El Averno es la Tierra,
El resto es simple infundio.
Un padecer que aterra
Y que aniquila el mundo,
¡ Que ocurre a nuestra vera
Sin que tengan trasunto
Nuestras «almas señeras» !
i Tanto inocente mártir
Y tanto hechor impune...!
Una ingente tragedia
Que a tan pocos inquieta :
i No son sólo los otros,
La Humanidad entera !

A nuestra ingrata vida
Que junto con la muerte
Es el único bártulo
Que sí nos pertenece
Démosle algún sentido
Dinámico y actual,
Cordial y compasivo,
Caluroso y cabal.
Si tendemos la mano
Fraterna a nuestro prójimo,
Habremos merecido,
Cuando el fin esté próximo,
— Sin vano y falso elogio —
Sumirnos en la noche
Sin huecas ilusiones,
Con dignidad, sin tacha,
Sin rencor ni temores.

Estaremos contentos
Y con justa razón
De haber enaltecido
Con nuestro corazón
Ese juego insensato
Que llamamos la vida
Y haberla ennoblecido
Con nuestra fantasía.

Podremos, convencidos,
Desdeñar espejismos
Y argumentos manidos,
Y agradecer la suerte
Que sin querer nos hizo
¡ Más recios que la vida,
Más duros que la muerte !


Jean-Yves Marin,
en Saint-Vit (Francia),
a 10 de mayo de 2003.-
( 4ª versión del 06/01/2009 )



RIEN QUE CELA, TOUT SIMPLEMENT

Tout simplement,
Je ne suis qu’un pauvre astronaute solitaire
À bord d’un PC, vaisseau léger,
Sillon entêté, la trace devinée
D’une belle étoile radieuse qui tomba du ciel !
Si éventuellement fut attrapée dans les rets
De la Toile ubiquiste, si étirée
Moi, pour cette étoile de poésie
Même au crépuscule de ma vie
Je m’angoisse, je rêve,
J’espère et désespère.

Face à l’ordinateur
J’écris, je pense :
Je cherche à travers cet Internet immense
Une âme qui m’écrive
En même temps que je cherche à la dérive
Nuit après nuit et sans détours
Cette âme si douce que j’entrevis un jour.

Derrière ce beau mirage
Je poursuis la vaine quête,
Cette infructueuse recherche
Car j’ignore si mon étoile est hélas sous terre
Et si je cours en vain après d’une chimère.

Au hasard des rencontres avec d’autres rôdeurs,
Dans une pause brève
Au sein de l’éther vide et si lève ,
J’explore ces mondes-là
En quête de la grâce suprême d’une haleine
Que l’on m’offrira, légère, presqu’incertaine.
Parfois j’ai reçu
Tel un heureux oubli
Un peu de feu cordial,
Quelqu’un qu’en agitant sa main joviale
M’a donné un quignon virtuel bien partagé !

Et je poursuis ainsi mon anxieux parcours
Nuit après nuit, mon brumeux destin
Absurde et pèlerin
Consistant à manquer et rater, sans un secours,
Courant après cette belle étoile aimée
Que j’ai croisé une fois dans mon chemin
Par le hasard cruel de mon destin
Que j’aperçus un instant
Et qui fondit ensuite dans le néant.
Son éclat peut-être s’est éteint
Tel un astre lointain dont la lueur ici parvient ,
Dans la céleste sphère
De l’obscur firmament
Qui sait s’il ne dura plus qu’un instant
Comme un bien fol espoir
Qu’en insensé vouloir
Suit son parcours en minime flambée
Qui luit, ambrée,
En doux souvenir
Tel qu'à ce jour premier.
Je ne le sais pas, j’espère
Qu’elle soit encore en vie,
C’est là ma raison d’être
Pour mon effort têtu et obstiné :
Je refuse d’accepter d’être vaincu
Et que tout est perdu,
Je suis mon errance, ma triste rêverie.
La trouverai-je un jour ?
Le cœur serré d’angoisse encor j’attends,
Je persiste, je crois comme qui s’y confie
Quoique je sache que c’est une fort cruelle manie
Qu’imaginer que ce soit vrai
L’impossible rêve auquel je tiens.

Mes doigts parcourent le clavier
À la recherche de ces accords magiques
Qu’arrachent sans effort
Aux arpèges des lettres, aux accents,
Aux signes, pauses, aux émotions
Et en dépit de ma mortelle tension,
Comme par magie, des textes châtiés
Qui jaillissent de cette œuvre,
Aimables et gentils, sereins et inspirés,
Pour qu’aux autres ils apportent le plaisir, la gaité
Que moi-même je n’atteins,
Et que mon pauvre effort ne soit pas vain,
Ni cette paix et confiance
Que je n’ai pas trouvé.
Et qu’il soit à jamais fécond en espérance !

Déjà deux heures !,
Il est quatre heures,
C’est déjà l’aube !
J’éteins l’ordinateur.
Le matin est ici,
Je vais en tâtonnant retrouver mon lit.
La fatigue l’emporte sur l’angoisse,
Et elle prend fin, la vaine tâche

Dans l’immense océan du rêve
Je vais plonger pour une petite mort brève.
Dans le non-être envié
Que j’ai tant désiré,
Jusqu’à ce qu’au cours d’une nuit,
Un sec coup de ciseaux,
Et que la dure Parque fauche le fil de ma vie.

Le futur d’hier, devint matin.
Le jour balaya le petit jour.
Maintenant il faut œuvrer,
Que le travail s’empare de la journée.
Ceci c’est petit présent
Que le destin ladre nous consent
Où la réalité remue, vit et se sent,
Qu’il est possible penser à améliorer :
Qu’avec la foi nous pouvons rehausser
La rendre généreuse, limpide et fraternelle,
Encor l’idéaliser.

Les rêves de la nuit ne sont que d’ombres,
Mais ils nous guident par la route sombre,
Et fondent notre corps avec notre âme.
Qui sait si les nôtres pourront revoir un jour
Réalité et fantaisie ainsi réunies.
Sans artifice ni avanie,
Comme la trame et la chaîne,
Tous deux visages de la vie.
Elles feront d’elles une seule rose,
En matériel précieux,
Un joyau si fin et si somptueux
Que son art sera vie
Et la vie, elle, pour toujours :
Exaltante et sublime symphonie !

II

Ainsi encouragé,
En reprenant des forces, d’énergie
– pas du tout convaincu
Mais sans m’avouer vaincu –
Je poursuis mon chemin
Plongé dans les ténèbres,
Cramponné à l’espérance
Que, peut-être, ma chance
S’est-elle enfin apaisée
Dans une douce accalmie
Qui lâchera dans ma sente une surprise
Dans tant d’incertitude, une friandise
Perle de verre, encore moins :
Une cerise,
Un pauvre signe,
Prodige dérisoire mais non moins digne,
Pour qu’on accorde foi à l’ entreprise.

III

Vivre ainsi à la dérive,
Flottant entre deux eaux,
Sans voir jamais de rive
Ni même soupçonner au moins
Quelle soit la cause primitive
De tant d’injures et des peines gratuites
C’est celle-là, en vérité, notre existence,
Ses peines injustes, ses éconduites.
Notre existence vaine !
Lutter pour tout, et rien,
Espérer, espérer, toujours espérer
Se bercer d’illusions,
Rêver, rater, et échouer.
Croire en la Justice de l’Empire Céleste
Et en la clémence du Prêtre Jean,
Croire que notre faute est manifeste,
Que nous méritons le divin dédain
De Celui que d’un simple geste de sa main,
S’il l’eût ainsi daigné
De la faute Il nous aurait assurément sauvés ;
et que sur notre route
Il nous laissa en héritage
– Dérisoire légende –
L’Homme Très Sage
Qui a déjà pensé à nous.
Avec sa profonde science,
Son abyssale conscience,
Que d’arriver en port sûr
Il nous confia le bon augure
Pour que nous boguions au magnifique futur… !
Et de la sorte, comme des bambins,
Nos serons tous contents
En écoutant de si beaux chants,
Jusqu’à l’heure dernière
De nous rendre au sommeil
Et devenir litière.

IV

S’il fallait décider
Soit de durer en rêvant,
En priant , espérant,
En pleurant, pleurnichant…
Soit exister mécréants,
Et faire confiance aux autres
En faisant ce qu’il faut,
Non pour gagner le Ciel
Mais par noblesse d’âme,
Et finir dans le calme,
En regardant droit aux yeux
L’Ange de la Mort si redoutable.
Et savoir que la vie
Était en soi futile
Mais qu’il valait bien mieux
D’en faire quelque chose d’utile…
Car de toutes façons
On la savait perdue ;
Pardonnez-donc d’élire
Sans hésiter celle-ci
Qui me sied plus que l’autre
Que la peur qui saisit
Que d’aucuns vaticinent.

Notre Terre est l’enfer,
Le reste, des paroles.
Une souffrance impie
Qui tue et déshonore,
Qui se passe devant tous
Sans que nul ne s’émeuve,
Voire nos élus, « notables »!
Des légions d’innocents
Et tant des crimes absous… !
Une tragédie sans nom
Qui trouble peu de monde :
Ce n’est pas quelques uns
Mais toute l’Humanité !

À notre vie ingrate
Qui s’ajoute à la mort
Comme unique équipage
Qui seul nous appartient
Donnons-lui quelque sens
Dynamique et vibrant,
Cordial et généreux,
Chaleureux et confiant.
Si nous tendons la main
Fraternelle à nos frères
Nous aurons mérité
Lors de la fin prochaine
– Sans vaines flatteries –
D’avancer dans la nuit
Sans ces puérils contes,
Dignement, sans reproche,
Sans nul rancœur ni honte.

Nous serons donc contents
Et avec une bonne raison
D’avoir ainsi exalté,
Et de tout notre cœur,
Ce jeu sans queue ni tête
Que nous disons La Vie
Et l’avoir ennoblie
De notre fantaisie.

Ainsi, sûrs et certains,
Nous pourrons dédaigner
Des mirages, faux fuyants,
Et remercier le sort
Qu’à son insu nous fit
Plus rudes que la vie,
Plus rêches que la mort !


Jean-Yves Marin,
à Saint-Vit (Francia),le 10 mai 2003.-
( 4ª retouche 06/01/2009 )
( 1re version libre en français
par l’auteur, le 19-08-2010 )

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